El proyecto de ciudades rurales sustentables, que tanto presumió el gobernador de Chiapas, Juan Sabines, es hasta ahora un fracaso. Sólo hay dos, pero ya se planea la construcción de más. Especialistas que visitaron una de ellas advierten la serie de defectos del proyecto –en su momento avalado por el representante de la ONU en México–, señalan sus riesgos y carencias, recomiendan que no se copie el modelo en otras entidades y exigen que se transparenten los millonarios recursos que se usaron para construir esa ciudad fantasma.
ISAIN MANDUJANO CORRESPONSAL
SANTIAGO EL PINAR, CHIS. (Proceso).- En la pronunciada ladera de una montaña hay 115 casas que parecen abandonadas. Muchas están invadidas de hierba, otras están saqueadas, con las paredes rotas por ladrones que se llevan las tarjas, lavabos y excusados. Parece un pueblo fantasma.
Se trata de la Ciudad Rural Sustentable de Santiago El Pinar, un complejo que costó 394 millones de pesos y se instaló en unas 40 hectáreas para, según el Instituto de Ciudades Rurales del Gobierno de Chiapas, “concentrar localidades dispersas y facilitar la dotación de servicios básicos de calidad y alternativas productivas con empleos dignos y remunerados”.
Pero ninguna de las casas tiene ahora agua potable ni luz eléctrica. Sólo fueron ocupadas y tuvieron servicios unos meses, luego de que Felipe Calderón y el gobernador de Chiapas, Juan Sabines Guerrero la inauguraran el 29 de marzo de 2011.
Con el aval del entonces coordinador residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Magdy Martínez Solimán, esta fue la segunda ciudad rural fundada. La primera fue Nuevo Juan de Grijalva, el 17 de septiembre de 2009.
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1869, ya en circulación)