Esta normalización de la indecencia no es solo un problema moral; es una amenaza existencial para la democracia. Cuando
los estándares de decencia colapsan, erosionan la base misma del
contrato social democrático, los valores de la verdad, honestidad,
decencia y respeto.
Usamos cookies propias y de terceros para ayudarte en tu navegación. Si continuas navegando consideramos que aceptas el uso de cookies.OKMás información